Scorpion Flower {Elite}

Época medieval, donde las guerras eran constantes y la quema de brujas iba de mal en peor, cayendo innumerable mujeres ante acusaciones absurdas, guiadas por creyentes del cristianismo que ante el medio actuaban en consecuencia de sus actos, pero había un lugar donde nada de eso importaba.

Camelot y Ávalon, ambas islas gobernadas tanto por el Rey Arturo como por Morgana Le Fay, un humano y la reina de la hadas. Ambos hermanos por parte de madre, viviendo la trágica historia de amor que todos conocen, pero diferente a la que se todos tienen inculcada en sus mentes.

Ante la dicha del mensaje de boda y el nacimiento de Mordred, Ginebra, una bruja negra, muerta de celos por la historia, decidió lanzar uno de sus conjuros sobre Arturo, creando la desdicha ante ambos pueblos. Fue el comiendo del duro golpe del mundo mágico, pues la crisis en sus filas iba apareciendo poco a poco. Morgana, ante el dolor y las ganas de vengancia, cedió el trono de Reina a su hermana Sophie, la cual fue aceptada por el Árbol Feérico.

Arturo murió en Ávalon, donde, ante las lamentaciones de Morgana, se aposenta su tumba y las ruinas de un gran reino pasado.

Sophie gobernó el mundo de las hadas, teniendo unas alianzas excepcionales con los cambiaformas, el pueblo guerrero más temido pero, a la vez, más pacífico que había. Todo esto creo ciertos reparos al resto de seres mágicos, haciendo que, ante una de las mayores cazas de brujas vistas por la humanidad, Furia, la gran bruja negra nigromántica, quisiera vengar a su hermana, pero, para conseguir tal logro, debía hacer un cambio en su propio mundo.

Convenció al resto de las razas de que los cambiaformas eran un peligro para el mundo árcano, haciéndoles creer que eran seres volubles, consiguiendo esclavizarlos con la ayuda del resto de seres, a la vez que a los pocos humanos que ya quedaban en aquella isla, descendientes de los antepasados del gran reino de Camelot.



Furia tenía un plan en secreto que había tardado varios años en organizar. Era la mayor bruja negra que jamás se había visto, con un poder tan asombroso como aterrador. Muchos la seguían, entre ellos una horda de brujos negros, magos del fuego y del trueno. Todos ellos deseosos de seguir las ordenes de la bruja.

Esta, poseía como demonio guía a uno de los más antiguos seres del planeta, lo que la hacía aun más poderosa de lo que pudieron imaginar. Contactó con ellos, a expensas de que les brindaran lo que ella más deseaba: conocer el destino de dicha guerra que iba a emprender. Fue avisada, advertida de cual sería su terrible final si no cesaba en su empeño de someter a los humanos, pero ella los veía como seres inferiores. No merecían existir tan libremente. Los que eran como ella eran más fuertes y detruiría a todos cuanto se le pusieran por delante.

Preparó todo para el gran final, creando algo tan poderoso que tardó años en conseguirlo: El libro de los Secretos. Allí se encuentra la profecía que le dijeron los demonios, todo lo que iba a ocurrir y los mayores hechizos creados en toda la historia del mundo mágico. Ella había creado algo tan abominable que lo ocultó con innumerables conjuros que todo el mundo desconoce. Pero no salió ilesa de ello. Haciendo un pacto con la grandísma Morgana, ella consiguió entrar en Ávalon, dirigiéndo su mirada al pantano de la Flor Escorpion, donde se encuentra dicha planta, que era la esencia del gran conjuro de la bruja, su ingrediente predilecto y letal.

Al saber su final, Furia fue al pueblo de los Chamanes, en busca de lo único que podría hacerla caer. Su jefe. Encerró al poderoso Chamán en su esfera de cristal que poseía en lo alto de su báculo, lo necesitaba para crear el conjuro más poderoso que jamás nadie hubiera visto, por mucho que aquello fuera la cosa más doloroso que hubiera hecho jamás. Muchos rumores dicen que estaba enamorada de Alto Chamán, rumores que nadie sabe a ciencia cierta, aunque si quedó claro que era una persona importante tanto para ella, como para su último hechizo
Las hadas, alarmadas ante la información de que incluso los demonios se habían unido a las filas de los brujos, optaron por ayudar a las tropas de magos y sacerdotes. Furia no podía salirse con la suya, y Sophie, la reina de las hadas, haría cualquier cosa para evitar que la tragedia se cerniera contra el mundo.

Atacaron a los brujos en una lucha que duró varios días, incluso semanas. Furia fue asesinada, no sin antes proferir su último hechizo, la última amenaza que daría, formando una leyenda que nadie, hasta ahora, creía cierta.

Su conjuro se escuchó por todo el castillo, al igual que su último alarido de dolor. Pero aquello no terminó en su defunción. Rompieron la bola de cristal, haciendo que el jefe de los chamanes saliera con la esperanza de devolverle su vida, quedándose todos estupefactos ante la decisión del ente, que optó por irse del mundo junto a ella. Ninguno entendió aquella decisión, a excepción del Hada Blanca, Sophie. Como último recurso en contra hechizo por el que había sido lanzado, dio su vida para que cuando aquello pasara, el mayor punto débil de Furia volviera con ella. Así, eso sería lo único que podría detenerla, condenando a todos a salir a la superficie de nuevo.



Morgana, la legítima reina de las hadas, no quiso volver al puesto, apenada por la muerte de su hermana Sophie, la cual no le pidió ayuda en aquellos momentos trágicos. Aun así, probablemente era la única que sabía a ciencia cierta lo que ocurría realmente, motivo por el que obró para hacer el bien al resto de razas.

Las hadas llevan estos quinientos años sin reina debido que el árbol feérico sigue manteniendo su opinión de que la auténtica reina es la grandiosa Morgana. Debido a esto, el marido de Sophie es el dirigente del reino hasta que entre en razón, ampliando la búsqueda de las hadas nobles.

Morgana cedió al mundo árcano la isla de Camelot, lugar de residencia de las hadas, los chamanes y los cambiaformas, haciendo así la ley de que no podría expandirse la difusión de las artes mágicas fuera de las islas, creando una escuela lo suficientemente grande como para que todos los seres mágicos pudieran convivir, teniendo así vigilados a las nuevas generaciones para saber en que momento el hechizo de Furia se hacía realidad, pues no era nada más, y nada menos, que una reencarnación futura.

Durante siglos el libro ha sido buscado por innumerables brujos y magos, incluso los demonios, que están plenamente ligados a los brujos negros ansiaban el contenido de aquella escritura, pero fue bien ocultado para el resto de seres que no fuera la grandiosa Furia. Se dice que el libro se encuentra en el alma más negra nunca vista, y que, nadie excepto la verdadera bruja podría conseguirlo.

Los cambiaformas y los humanos descendientes de la estirpe de Camelot, se hayan esclavizos por el resto de seres mágicos. Los que antaño fueron unos grandes prueblos, en estos momentos en la isla no son más que puro ganado o guardaespaldas de las familias árcanas.

Y ahora, la cúpula creada por uno de los mayores sacerdotes de la época pasada se está resquebrajando, creando varios percances, o avisos de la llegada de dicha bruja y las consecuencias de su vuelta

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