Casting de Chloe Woods

La noche había caído ya hacía algunas horas en la ciudad de Cannes y yo me encontraba en el Cabaret, como cada noche, retocando un poco mi maquillaje antes de ponerme a disposición de los clientes a la espera de que alguno solicitara mis servicios. Una vez estuve segura de que todo estaba perfecto, salí del baño y me dirigí a la zona de copas, aquel siempre era un buen lugar para captar clientela.

Cuando llegué pude comprobar que el lugar estaba a rebosar de personas que o bien tenían demasiado dinero como para pensar mucho donde gastarlo o por el contrario, eran más caprichosos de lo que su nivel económico les permitía y se empeñaban en gastarlo en un lugar como aquel. Como fuera, mejor para mí, pues más personas implicaban más posibilidad de trabajo y por ende, más dinero. Me senté junto a la barra y tras llamar al barman, muy conocido ya para mí, le pedí que me sirviera un Martini Rossato. Una vez que tuve la copa frente a mí, la cogí cuidadosamente con mi mano y la acerqué a mis labios tomando un pequeño trago de aquella fresca pero al mismo tiempo ardiente bebida. Mientras el líquido bajaba por mi garganta, a mi mente vino de nuevo una persona, alguien que últimamente se había convertido además de en cliente habitual del burdel en el invitado más frecuente de mi cabeza, y aquello no me gustaba en absoluto. No sabía el porqué de aquello y la única idea que tenía al respecto no era algo tranquilizador. Era prostituta, y como tal, no podía permitirme el lujo de sentir por un cliente nada más que amor por su dinero. Por otro lado, había estado muchas veces con Dimitry y por lo que conocía de él, podía casi asegurar que jamás se fijaría en una mujer que como yo, vendía su cuerpo al mejor postor, por lo que algo con él más allá de lo que ya teníamos era impensable.

Respiré profundamente y sacudí la cabeza tratando de echar así aquellas reflexiones de mi mente. Entonces, una voz bastante conocida que me llamaba por mi nombre, atrajo mi atención haciendo que me sobresaltara ligeramente y que mi mirada se posara en la de él. Como solía decirse, 'hablando del rey de Roma...' Sí, allí estaba él, como cada fin de semana, aquel hombre elegante y caballeroso, digno de respeto y admiración, buscando las atenciones de una humilde cortesana como era yo misma. Mi tortura personal estaba frente a mí y yo solamente podía pensar en que si estar con él era un error, yo quería equivocarme. -Buenas noches, señor Banner. -respondí a su saludo mostrando en mi rostro una amplia y seductora sonrisa que jamás dejaría entrever todo lo que mi cabeza albergaba, esas eran cosas que convenía guardar para mí. -¿Viene en busca de distracción? -pregunté con mi habitual tono suave y meloso, buscando seducir a aquel hombre por medio de todos los sentidos. Hasta el más mínimo gesto era importante.