Melina L. Levroux {Cásting}
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Melina L. Levroux {Cásting}
nombre del personaje elegido: Melina Levroux
¿por qué te interesa tomar este personaje? porque me interesa la trama de Melina. No es como las demás, ella fue obligada a vivir lo que está viviendo, y mucho a su pesar está empezando a descubrir el placer en aquello que tanto odia. Se detesta a si misma y a la vez busca explorar lo que le dan, a pesar de que siga convenciéndose de que no está bien. Me gusta su personalidad y su lucha interna entre el bien y el mal.
prueba de rol, a elección, que de cuenta de la personalidad establecida para el personaje. (no menos de 20 líneas completas)
¿por qué te interesa tomar este personaje? porque me interesa la trama de Melina. No es como las demás, ella fue obligada a vivir lo que está viviendo, y mucho a su pesar está empezando a descubrir el placer en aquello que tanto odia. Se detesta a si misma y a la vez busca explorar lo que le dan, a pesar de que siga convenciéndose de que no está bien. Me gusta su personalidad y su lucha interna entre el bien y el mal.
prueba de rol, a elección, que de cuenta de la personalidad establecida para el personaje. (no menos de 20 líneas completas)
El vestido rojo que llevaba hacía conjunto con sus cabellos de la misma tonalidad y con sus labios, teñidos en tono carmesí. Mielina era una atractiva joven que se paseaba por la habitación, sola y con la mente dispersa en sus cosas. Detestaba tener que esperarle, era una cosa que no podía soportar, si pudiera, le habría dicho unas cuantas cosas sobre puntualidad, pero claro, no podía decirle nada a Balthasar, apreciaba su cuerpo y no le apetecía recibir castigos. Aún así, su cuerpo detonaba impaciencia, que bien podía relacionarse con las irrefrenables ganas de que llegara aquel hombre que tanto se hacía de rogar.
Se sentó en el sofá de terciopelo, mientras sus dedos acariciaban insistivamente la tela, lo cual la relajaba. Cuando urdir planes con finalidades de rebeldía y de escape no le servían para calmar su nerviosismo y su aburrimiento, se dedicaba a evocar los recuerdos de su dulce infancia y de su adolescencia, recuerdos que interrumpía cautelarmente hasta el verano de sus 21 años. Melina siempre había sido una chica alegre, de las que no paraban de reír y de hacer reír, buena estudiante, con muchas amistades y carisma, una chica que se hacía querer y quería a los demás. Bien educada y recatada, era el cielo de sus padres, los cuales adoraban a su hija, que más perfecta no podía ser. Ella era feliz, muy feliz.
Pero todo cambió haría ya unos tres años, cuando la secuestraron y se la llevaron lejos de casa. A Italia, dónde la obligaron a ejercer de prostituta, acostándose con hombres cada cual más asqueroso que el anterior y forzada a ver cosas más que horrorosas y a vivir en una situación precáriamente emocional, dónde nunca fue feliz. Las cosas cambiaron cuando su amo decidió quedársela como esclava personal, las cosas solo cambiaban al echo de que solamente se abría de piernas para una sola persona, no era feliz de todas formas. Pero, gracias a que durante sus relaciones sexuales empezó a descubrir el placer que daba eso, empezó a engancharse a su amo, lenta pero irrefrenablemente, hasta el punto en el que, secretamente, esperaba con ansias y nerviosismo que regresara él y la abriera de piernas, enseñándole alguna que otra cosa nueva.
Se odiaba, casi tanto como lo odiaba a él. Incluso más. Pero no podía evitar el calor que le subía cuando recordaba las manos de él sobre su excitada piel, gimiendo y pidiéndole más. Se daba asco, era tan asquerosa como él. Pero no podía evitarlo. Se cruzó de piernas, porque el calor que empezaba a arremolinarse entre su entrepierna la hacía sentir incómoda y culpable. Pero tampoco podía evitar eso, su cuerpo iba por libre, por mucho que su mente intentara refrenar aquellos pensamientos que ella catalogaba como indebidos y asquerosamente sucios.
El chirrido de la puerta la hizo ponerse de pie sobre sus altos tacones, poniendo su mejor cara de indiferencia e intentando que no se notara su creciente calentón. Con el tiempo había aprendido a ser muy buena actriz, y eso estaba procurando la chica mientras miraba retadoramente al hombre, a pesar de que bajó la cabeza y murmuró, en tono sumiso. -Hola, amo.
Se sentó en el sofá de terciopelo, mientras sus dedos acariciaban insistivamente la tela, lo cual la relajaba. Cuando urdir planes con finalidades de rebeldía y de escape no le servían para calmar su nerviosismo y su aburrimiento, se dedicaba a evocar los recuerdos de su dulce infancia y de su adolescencia, recuerdos que interrumpía cautelarmente hasta el verano de sus 21 años. Melina siempre había sido una chica alegre, de las que no paraban de reír y de hacer reír, buena estudiante, con muchas amistades y carisma, una chica que se hacía querer y quería a los demás. Bien educada y recatada, era el cielo de sus padres, los cuales adoraban a su hija, que más perfecta no podía ser. Ella era feliz, muy feliz.
Pero todo cambió haría ya unos tres años, cuando la secuestraron y se la llevaron lejos de casa. A Italia, dónde la obligaron a ejercer de prostituta, acostándose con hombres cada cual más asqueroso que el anterior y forzada a ver cosas más que horrorosas y a vivir en una situación precáriamente emocional, dónde nunca fue feliz. Las cosas cambiaron cuando su amo decidió quedársela como esclava personal, las cosas solo cambiaban al echo de que solamente se abría de piernas para una sola persona, no era feliz de todas formas. Pero, gracias a que durante sus relaciones sexuales empezó a descubrir el placer que daba eso, empezó a engancharse a su amo, lenta pero irrefrenablemente, hasta el punto en el que, secretamente, esperaba con ansias y nerviosismo que regresara él y la abriera de piernas, enseñándole alguna que otra cosa nueva.
Se odiaba, casi tanto como lo odiaba a él. Incluso más. Pero no podía evitar el calor que le subía cuando recordaba las manos de él sobre su excitada piel, gimiendo y pidiéndole más. Se daba asco, era tan asquerosa como él. Pero no podía evitarlo. Se cruzó de piernas, porque el calor que empezaba a arremolinarse entre su entrepierna la hacía sentir incómoda y culpable. Pero tampoco podía evitar eso, su cuerpo iba por libre, por mucho que su mente intentara refrenar aquellos pensamientos que ella catalogaba como indebidos y asquerosamente sucios.
El chirrido de la puerta la hizo ponerse de pie sobre sus altos tacones, poniendo su mejor cara de indiferencia e intentando que no se notara su creciente calentón. Con el tiempo había aprendido a ser muy buena actriz, y eso estaba procurando la chica mientras miraba retadoramente al hombre, a pesar de que bajó la cabeza y murmuró, en tono sumiso. -Hola, amo.
Melina L. Levroux- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 21/01/2014
Re: Melina L. Levroux {Cásting}
Casting Aceptado
Felicidades! Ya puedes hacer ficha y registros luego.
Anastasia Devereaux- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 15/12/2013
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